La Luna roza su ocaso
y el Sol no quiere ser testigo,
y con ellos, dos enamorados
ven de lejos su castigo.
Era tiempo de partir;
era tiempo de cerrar la boca;
era hora de sobrevivir
y de buscar, por tanto, otra.
Fue un deseo y mil mentiras,
mil verdades inciertas
que no encuentran salida.
Tantas caricias muertas
y tantas palabras marchitas
son lo único que queda.
Quien haya amado sin serlo,
o lo haya hecho sin querer,
sabrá, como que vive el Cielo,
que, como muchos, algo sé.
1 comentario:
Me moviste algo dentro...
Enhorabuena me gustó mucho.
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