miércoles, 17 de julio de 2013

Green Light in My Eyes

Buenas noche, pequeño grupo de fieles seguidores.

Sé de buena tinta que hace tiempo que no escribo. Meses, años... Tiempo en el que han pasado muchas cosas. Cosas que, por (para mí) cotidianas, mejor no mencionar. Se resumen en "el fin de una etapa", esa frase lapidaria que esconde lo más oscuro de una relación laboral, amorosa o, simplemente, humana. La última vez que la pronuncié fue cuando dejé los libros por el dinero.

Esa etapa que empecé no acabará nunca, pero espero poder compaginarla con una segunda oportunidad. De eso se trata, creo yo, o así me lo aprendí yo. Durante estos años he disfrutado de ese espacio vacío en el que da igual el tiempo que pase mientras el dinero siga llegando. Parezco millonario, lo sé. Pero no. Lo que digo es que cuando no se sabe lo que se quiere, uno se abandona al azaroso Destino con la despreocupación que da el disfrute de las pequeñas cosas que ocupan el tiempo muerto (que es el tiempo libre dentro del tiempo empleado en nada).

Para ponerse en situación. Imaginad que un día despertáis con la mirada turbia, con una nube de vapor en los ojos, una venda en la cara que te acompaña a desayunar, a la ducha y que no puedes quitarte ni para vestirte. Si para el momento de ponerte el abrigo no te la has podido quitar, ya sois uno. Acabas durmiendo con ella ese día. Y el siguiente. Y el siguiente...

Cuatro primaveras y 48 uvas después, cuando nube de espeso humo y tú vais camino de la treintena, cuando pensabais los dos que esa era la vida que os esperaba, fundidos en la misma piel por el resto de la eternidad, algo ajeno a ambos hace que despiertes. La venda se fue. Y... ¿Ahora? Ese doloroso algo ajeno ha tenido un impacto tan profundo que te das cuenta de que has tocado fondo sólo tú, pues el entorno sigue siendo igual. La misma rutina desde hace cuatro años. Has tocado fondo. Cuatro años. Fondo. Años... Ahora eres libre de hacer cuanto te venga en gana.

Una nueva etapa. Después de un breve espacio de tiempo que reservé para mí (sin yo saberlo), las heridas se cerraron cuando dejé de tocarlas. Y, replanteándose uno la vida, se da cuenta de que el tiempo es oro, pero sólo el que queda por delante. Lo pasado, pasado está. Y el rencor, que infecta recuerdos, no ha de tener lugar en la memoria. Sin heridos, bajas mortales, ni daños colaterales.

Ya son muchos años superando complejos, muchos años aprendiendo de la vida para conocerme, muchas corazas que se han abandonado, muchos defectos asumidos y alguna que otra virtud reconocida... Ya son muchos años, casi más de una vida, para saber mirar hacia atrás cuando la ocasión lo merece, para pensar en el mañana con cuentagotas y para disfrutar del momento siempre. Que uno es bastante por sí solo y hay sitio abordo para aquél que aprecie su lugar en él.

Pero hoy ha sido un día más. Los All Blacks son campeones del mundo. Gadafi sigue muerto. ETA sigue sin matar. Simoncelli ya es leyenda. El poder corrompe. La corrupción llama al poder. Y lo que es un baluarte, lo es hoy y lo seguirá siendo mañana.

Un saludo. A más leer.

No hay comentarios: