lunes, 27 de abril de 2009

¡Oh, Sutil Vileza!

¡Oh, dulce mañana,
que me acaricias con tu luz,
apostilla contra mi cruz
esta pesada carga
que es la soledad amarga
como al vivo fría quietud!

Me magulla el Sol
con piedad arrebatada
a esa dulce madrugada
que tu piel desvaneció.
Velad por mí, bufón
de desdichas y sonrojos,
ya cegados los ojos
en honores a tu voz.

Y como otorga el callado,
otra vez nos alzaremos
contra el atardecer eterno
que es el paso de los años,
que haces pesar los daños
y confundir baremos.

¡Oh, Divina Providencia,
interfiere Tú por mí,
alma de este infeliz,
y colma de prudencia
la falta de inocencia
que en mí se ha de inferir!

¡Oh, mi Fiel Verdugo,
interfiera vos en mi vida,
desangrando así la herida
de, a su vez, portar el yugo
de una infancia en despedida!

¡Oh, Rueda de Fortuna,
Diosa de Azarosa Suerte,
propaga Dolor y Muerte
por doquier hasta la Cuna,
pues es Herodes quien procura
el devenir casual del inocente!

Así el epitafio escrito
en una tumba vacía:
"Quien pudo y nunca ha sido,
y Todo hubiese podido.
Nacido del Destino;
muerto en Melancolía"
¡Sed vos, alma mía,
piadosa en todo sentido
y servil al caprichoso Sino,
gallo anunciador del Día,
de la tarde buen vigía
y, a la noche, fugitivo!

1 comentario:

|| x · R i · x || dijo...

Oh, Dios mío... Es preciosa, sencillamente magnífica...