Con la mirada perdida
en tus ojos distraídos,
me recuesto sobre la ceniza
de estos cigarros consumidos.
Espero el día que me encuentres,
el día en que me lleves
por el Averno de tu mano
tras perder todos mis bienes
como buen jugador consumado
en tu tabla de ajedrez,
esa en la que conquistaste tronos,
reinos, pueblos y fe
que se perdieron a los pies
de tu padre Cronos.
Preguntaré "¿por qué?";
responderás "¿por dónde?",
pues es lo mismo saber "quién"
que ignorar mi nombre.
"Enhorabuena, caballero,
por fin se acabó el juego,
ergo sabrá también
que no empezará de nuevo"
fueron tus últimas palabras.
Las mías se agotaron y callé.
Vendí mi vida bien barata
y pagué el castigo infinito
de mi pequeño delito...
Es el utópico destino
de estar muerto
y no caer en el olvido.
1 comentario:
Me gustan las "chorradas que pasan por tu cabeza enfermiza". Gracias por seguir escribiendo cosas que me encanta leer.
Un beso muuu grande
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