¿Pero qué cojones es esta mierda? (por llamar a las cosas por su nombre) Desde que empecé a escribir en este formato, la búsqueda de la felicidad basada en encontrarme a mí mismo era lo que primaba sobre todas las cosas. Pero sé cómo soy desde tiempo memoriales, y por eso soy infeliz. Soy el único que me dice "Bien, enhorabuena", algo muy lejano a los "Y ahora..." de mi padre, cuya sed de apropiarse mis méritos dista mucho del orgullo paterno habitual (un defecto que, por cierto, no entiendo).
Sí, me habéis descubierto: me alimento de desconfianza. Y también de autoestima... ajena, claro. Yo no uso de eso, no fuera a ser que llegara un capullo de ojos bonitos a minarme por la palabra de Dios. Y las ventajas que tiene eso. Sobre todo las armas de defensa, entre las que se encuentra mi favorita: aires de grandeza (o complejo de superioridad, o síndrome de Superman). Una coraza tan poderosa que pondrá personalidad allí donde no la hay y, siendo ésta imitable, ¿por qué pensar que los demás la tienen, y no es fingida? Difícil tarea; la minaremos. Les ningunearemos hasta que aprendan a hacerlo ellos solos, así su, a la postre, patética vida servirá de fuente de inspiración para que nuestra autoestima crezca, virtud que, evidentemente, no usaremos.
Hay quien confunde tener mala baba con tener personalidad. Yo, aparte de personalidad, tengo mala leche (ironía, sarcasmo, honestidad "aplastante"...) y tengo muy clarito en qué se basan una y otra. Sé porqué no me gustan ciertas cosas y sé sobreponerme a ello... y sé tocar los cojones por el placer de... hincharlos. Y, a petición popular de gente que me tiene en alta estima y muy cerca, pondré una foto de una de mis más vulgares imitaciones, obscenamente más famosa que el original, y con una filosofía de vida prácticamente clonada.
El Dr. Gregory House, dedicado a la gente de la universidad y demás gente (bastantes) que ya me han comparado con "el cojo".

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