"... y si hago fotos de mis sueños, las imprimo en buen papel. Nostálgico de mi futuro; pienso tanto en él", Javier Ibarra
Porque las cosas casi nunca son como uno imagina, se mantienen los sueños en secreto. Nos resultan alcanzables, y tan frágiles que sólo contarlo puede romper el hechizo. De hecho, soñar es el momento más feliz del día. Somos ilusos por naturaleza: vivimos de ilusiones, de pensar en cómo serán las cosas, y pocas veces en cómo hacer para conseguirlas. El mismo "cómo"; distinto significado.
No es forma de triunfar, pero sí es forma de no caer en las depresiones de moda en la generación de David el Gnomo, Campeones... Acostumbrados a crecer viendo como seres minúsculos salvaban el mundo, o los japoneses ganaban el Mundial, aprendimos en tener fe en que nosotros solos (cada uno por su cuenta) y armados de buenas intenciones, podemos hacer que este mundo sea diferente, ya sea a lomos de un zorro o con una pelota. A falta de zorros domesticados, echamos mano de pelotas para crecer (en el sentido literal, me refiero a balones) en nuestras calles, contagiándonos de todo lo que intentábamos vencer. Pero no quiero caer en la obviedad de hablar de los males de este planeta, del ser humano y de la poca capacidad que tenemos para cambiar el tiempo en que vivimos: el pasado. ¿Acaso no os recreáis en vuestros recuerdos y pensáis que todo tiempo pasado fue mejor? Como dice el autor de mi libro de auto ayuda, "Todo el mundo miente" (Dr. House).
Hoy no hablaré de mi vida personal, ni de ningún problema en particular. Tengo, como cualquier otro, y me minan... pero, a estas alturas, los sentimientos me son indiferentes. Y tampoco es momento.
"Es rara, ¿no? La nostalgia... Porque tener nostalgia en sí no es malo; eso es que te han pasado cosas buenas y las echas de menos. Yo, por ejemplo, no tengo nostalgia de nada, porque nunca me ha pasado nada tan bueno como para poder echarlo de menos. Eso sí que es una putada. ¿Se podrá tener nostalgia de algo que aún no te ha pasado? Porque a mí, a veces, me pasa. Me pasa que me imagino cómo van a ser las cosas, los chicos, por ejemplo, o con la vida en general. Y luego me da pena cuando me acuerdo de lo bonitas que iban a ser, porque iban a ser preciosas. En serio, preciosas. Y luego, cuando lo pienso, me da nostalgia, porque iban a ser tan bonitas... Y cuando me doy cuenta de que aún no han pasado y de que, a lo mejor, no pasan nunca, me pongo super triste. [...] Pero es como una tristeza a cuenta, como la fianza de cuando alquilas una casa... pero con tristeza. Y la pones por delante porque, total, sabes que la vas a acabar utilizando igual", sacado de la película Princesas.
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