Bajo plata de Luna,
unos ojos de hielo,
con un triste cielo
de intranquila bruma,
miraban al acecho
al fragor de la guerra
de flores de primavera
en su frío lecho.
Sus pies son el techo
de un corazón robado
que, una tarde ciega,
andaran por la alameda
buscando el Sol nublado.
Vientos y lluvias,
vientos y llamas,
vientos de furias...
tiempos de nada.
Sendas que jugaron
al azar en este prado
en que la malva juega
a crecer en los costados.
La decisión es dolorosa,
y la duda, caprichosa.
El momento es preciso
para abrir, por fin, las alas
y volar entre Narcisos,
y volar entre las hadas,
y volar hasta el Sol de Luna
antes que la cera se deshaga.
Y dirán y dirán,
y más no volverán
esas malvas caprichosas
que, entre lirios y rosas,
reían, lloraban... por no callar,
porque a la luz de campo abierto,
la vida cuesta, y la piel se paga,
y, aunque tampoco sea cierto,
es camino aquél que anda.
1 comentario:
Especialmente buena...
Gracias por lo de siempre, poner palabras a ecos de un sentir que a veces monopolizamos en nuestro yoísmo infinito...
GRANDE APRENDIZ! GRANDE!!!
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