Media luz de septiembre

Septiembre de 2006. Septiembre. Media luz de tarde con sabor a nostalgia y a anocheceres agónicos. Mes de muerte y resurrección de uno que escribe (medianamente bien, por lo que se oye). Exámenes finales a una carta, matriculaciones, estrés enfermizo post-vacacional, y vuelta a todo de lo que huímos con la intención de ir más allá del descanso: salir de este puto infierno en que nos metimos a fuerza de acertar con nuestras decisiones. Pero nostalgia, sobre todo nostalgia es lo que abunda y sobra en este estúpido mes de septiembre, al menos para mí.

Llega la hora de renovar esas ansías de crecer, o al menos parecer que se hace con cierta normalidad; esas ansías que sobreviven unos cuantos meses y que ahora tocan a dar un paso más allá y parecer más fuertes que hace un año. Toca seguir creciendo a saltos, a contra tiempo y en contra de toda voluntad que pudiera caer de mis ganas.

Y a su vez, es el mes de las oportunidades. Como si de un joven 1 de enero, ahora toca decirse a uno mismo "sé que puedo ser mejor en todos los niveles" y, lo que es peor, mentirse creyendo que se va a intentar.

Yo me lo propongo, más por cansancion que por necesidad, porque no quiero que este sea otro "puto mes de septiembre", sino el mes en que recuerde el día que nací, y nacer así otra vez.

Con la piel salteada

de sangre de tus nubes,

y la camisa anudada

cerca de la lumbre,

echo a dormitar.

Por esa Luna cercada

por mis luces

y esa mañana soleada

tan tímida que te puse,

tiendo a razonar.

Y esas tardes que,

siempre a media luz,

se sienten, otra vez,

culpables... como tú,

porque te vas,

porque abres las alas,

y porque echas a volar

sin importar las lomas

que hayas de atravesar

para unirte a otras palomas.

Tiempo de nostalgia y pena,

de un camino por mis venas

hasta llegar al corazón,

el mismo que se asoma

cuando cree oir tu voz.

Veintidós eternos días

como veintidós efímeros años...

y otro año de alegría

hasta tu próximo aniversario.

Gonzalo J.