Sumido en este tedio
de temblores y miedo,
me sumerjo en el sueño
y la sombra del destierro
que me lega mi quimera,
la quimera de ser yo,
la quimera de encajar
y, de cualquier manera,
escuchar a mi interior
para no volver a fracasar.
Pero este Potemkin
nunca más encallará .
Este pequeño Potemkin
surcará más mares y más,
conquistará pueblos y gentes,
y olvidará lo que es llorar
por ser uno más diferente,
pues no hay huida que en sí
atesore un tímido alivio,
pues no hay mayor castigo
que el de estar vivo
y sentir que no se ha vivido.
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