Baile de disfraces

Buscando en el periódico
la necrológica de mi inspiración,
tiro de desorden psicológico
para completar otra canción.
De pequeño inventaba mil excusas
para dormir sin cerrar la puerta;
por ella escaparon mis musas
en busca de otro poeta.
"Siempre se abre una ventana
cuando una puerta se cierra"...
y con viento de tramontana
me encontró volando la tristeza.
Ella, quien llena la jarra de versos,
colma de gotas mi vida
y escupe desde el espejo
la realidad que di por perdida,
y es que como yo hay más de dos;
yo soy otro ser humano
que no grita con la voz
y prefiere hacerlo con las manos.
Mi mayor vergüenza
es saber que la tengo,
es perder la cabeza
y no combatir mis miedos.
Esto son sólo palabras libres
que vuelan hacia mi decálogo.
Yo las convierto en títeres
dentro de este catálogo.
Maldita fue la hora
en que cumplí los diecinueve.
Maldito el tiempo que se demora,
porque mi mejor amigo se muere.
A veces creo que escribo
por hacer ostentación de mis problemas,
pero dejar aquí constancia de mis penas
es el único motivo.
Otras veces, que no valgo para esto,
pero ya es tarde para nacer con el don.
Por desgracia, me hacen falta los pretextos...
que es otra forma de decir "perdón".
Dicen que la modestia es hipocresía
lubricando estos engranajes
y las metáforas son mentiras
en este baile de disfraces.

"Las cosas no son lo que parecen, sino qué pareces y, si no quieres parecer, parece ser que desaparecer es lo que te mereces", Juaninacka