lunes, 1 de mayo de 2006

Todas las lágrimas son palabras que se pierden

Buscando un momento para estar solo, me busco y no me encuentro. Nada de existencialismos, simplemente es que no hay lugar ni momento para estar solo no sólo físicamente, sino que todo lo que me quede sea una mente más o menos en blanco, una mente egoísta que no piense en nada más que en los 4 m² que la rodean. Imposible. Siempre se cuela un dictador, un gilipollas, una mala mirada en una cabeza en la que nadie dio llave para entrar y convivir con pensamientos, intimidades, fobias y sentimientos que, por ende, también son beneficiarios o endeudados. Y sólo en soledad encuentro libertad. Sólo solo me siento yo mismo, sin caretas, como nadie me conoce, único y sincero. Como todos, supongo.
Pero es imposible estar solo, cabeza despejada, manos libres, ojos cerrados y oídos sordos, y así dar rienda suelta a ideas, fantasías, sueños, odios y secretos que conjugan el conjuro de la inspiración. Y no me canso de maldecirlo, de maldecirla, de maldecirlos y de maldecirme por ser etéreos, imposibles, antojadizos, caprichosos, indomables o una masa de caráceter irascible y famélico de tacto.
Y no me canso de comprar amigos de veinte en veinte cada día; de padecer pesadillas ajenas y de jurarme cada mañana que "hoy callaré las mías"; de buscar soluciones que acaban por ser tan reprochables como el problema, de buscar entretenimiento en contra de lo que mis ojos piensen; de palpar la sangre de mis brazos y mi frente; de poner buena cara a cada palabras que cada uno pare enfrente de mí; de que el valor, la justicia y la inspiración lleguen cuando no se necesitan; de no tener en el tintero la palabra que haga cerrar bocas; de que nadie esté "adiestrado" para escuchar quejas aun conociendo un problema. No me canso de convivir con ello, porque no me canso de decir que nadie me juró que la vida fuera a ser así, pero que tampoco nadie juró todo lo contrario.
Quiero pensar que algún día, a pesar de no cansarme, todo cambie. Que todo tienda a ser como la gente cree que debería ser: una vida de cielo azul donde las únicas tormentas se precipiten en una cama de algodón y que no manche las sábanas de seda, que se viva en la más profunda inocencia y sabiduría, que se consiga todo lo que se plantee uno mismo y que, con fecha y hora previstas, la muerte llegue llamando a la puerta con una tarta en la mano e invitándonos a dar un paseo por el campo.
Pero la verdad es que todos vivimos porque alguien piensa en nosotros, y morimos porque alguien nos echa de menos más allá de lo que nuestra vista alcanza. Aunque la verdad es que cada día nos desgastamos inevitablemente y sin tregua, hasta que un día saltan los plomos y no estamos ahí para activar los fusibles.
Entonces, si es inevitable, ¿para qué encontrarse a uno mismo? ¿ para qué sentirse libre? ¿De verdad piensa la gente que, una vez que muera, pensará en qué pudo ser y nunca ha sido? Y yo no me canso de decir que estoy cansado; quizá mis cabeza haya digerido más cosas de las que mis ojos han visto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy Cesitar, y desde que me diste la dirección de tu blog, lo visito casi diariamente para ver como consigues día tras día poner palabras a las sensaciones que a mi también me atenazan.
Gracias por ello y enhorabuena, me encanta lo que haces y el tiempo que dedicas para ello.
Me encantaría ayudarte, pero mis escasos conocimientos informáticos, y la poca pericia en este formato me limitan...(ya sabes que lo mío son las servilletas y las canciones..)
Y si te sirve de algo, sólo decirte que me encantó haberte conocido y compartir contigo buenos momentos.Me siento muy identificado con tus demonios y ya sabes que también escribo sobre ellos.
Un abrazo y gracias de corazón!!!