viernes, 3 de febrero de 2006

Reportaje de guerra (Arma Blanca)


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(El civil)

Ya no recuerdas un despertar
sin sobresaltar en la cama,
sin que tras tu ventana
contemples la ciudad en llamas.
Son varias semanas
sumergido en un Apocalipsis
sin paréntisis,
portador de dolor en grandes dosis.
Ignoro si saldrás vivo de esta crisis.
No hay esperanza.
No es extraño si una bala perdida te alcanza.
Para la balanza de la Justicia no existes.
Ese cielo gris te dice
que el fin de estos días será triste.
No sé si debiste
huir con los tuyos en su momento.
Sólo sé que el viento,
con el tiempo,
te trajo lamentos
y privó de vida al cemento y al asfalto;
hoy apenas nadie lo pisa...
Hoy se precisa
un fusil de asalto.
Hoy el Edén no está tal alto,
ni el Infierno tan profundo.
Entre bombardeos nocturos
eterno es cada segundo...
y un profundo
mar de lágrimas cubre tus ojos cuando piensas al hallar cobijo
qué será de tu esposa y tu hijo.



(El refugiado)

Trágica es la realidad
que me tocó afrontar.
Mis ilusiones no cuentan;
debo callar sin protestar
mientras se enfrentan
de sol a sol y mi vida malgastan.
Nadie puede gritar "¡Basta!".
Aquí la muerte se subasta.
Ves en mi interior mi odio.
Ya no creo en ningún Dios.
He perdido los nervios
hundido en este cementerio.
Noticias nos confunden.
Consumo mi esperanza.
Asumo mi destino
por el miedo que creó una lanza.
Vivo sin víveres cultivando los campos.
Contemplo como compran sus armas
con mi trabajo.
Millones de llamas se apagan y no hay solución.
Cuerpos yacen inertes bajo este Sol...
y pierdo el control.
Me siento a recordar; ese es mi único alijo.
Tu religión hasta aquí nos condujo
y se contradijo.
Nos exigió y nos extinguió;
nos dio una vida llena de ambición
y de condenas...
de penas...
de sumisión.



(El desertor)

Es mi visión de un mundo muerto
hullendo de un último aliento.
Esquivar hoy es un acierto;
es la suerte de inexperto.
Deserté en este desierto
de cemento entre cadáveres,
donde mi tiempo invierto
agradeciendo más amaneceres.
La ley del más fuerte
dejo la huella de la muerte
en un paisaje inerte
donde he de odiarte... no quererte.
En cuerpos sin vida
vi lágrimas sobre sus ojos,
allí donde un arma homicida
pintó el asfalto de rojo.
Ríos de sangre de inocentes
por órdenes de presidentes.
Fusiles en estado incandescente
entre adolescentes.
Es el precio del rencor
entre culturas diferentes;
el sabor del odio
transmitido a una generación presente.
Busco nuevas vertientes.
Yo me muestro indiferente
ante una religión
que causó erosión
en sus mentes.
Una distinta educación
que nació entre represión,
aislada de placeres, radio, sexo y televisión.



(El soldado)

Llegó el momento de avanzar,
y al danzar
siento pánico.
Camino entre cadáveres y hablo con mi desánimo.
A lo lejos se escuchan las bombas,
tiemblan los campos...
Los sueños del pueblo
sin tu alimento
son lamentos.
Sé que debo enfrentarme a la muerte.
Oscura suerte,
¿sabes cuánto daría por verte
y por poder hablarte?
Reflexión que se esfuma.
Vuelvo a vivir en presente:
veo sangre y llantos de gente...
y el combate enfrente.
Qué más da si tengo una arma
entre mis manos:
dos disparos que separan mi alma
y morir en calma.
He visto niños y en sus ojos al Diablo dar consejos.
Es mi humilde opinión desde lejos.
Mientras me protejo,
espero mi momento
escondido en la rutina,
hundido en este inmenso
mar de lágrimas y minas.
Cegado por este ansia de poder
que hoy esposé,
quise escapar, pero no supe:
dudé y calmé mi sed.



(La Muerte)

Un manto negro es mi piel.
Caín me presentó a Abel.
Vengo a cumplir mi papel
a lomos de mi corcel.
Soy el Destino más fiel,
quien bien conoce vuestra hora.
Observo antes de actuar como el tiempo os devora.
Aun por mí lloran en Basora
familias de civiles
y de soldados;
fui enviado
camuflado en misiles.
Inútil es combatir contra quien no conoce el sueño.
Imposible evitar
que del final
de esta historia sea dueño.
Pregunta a los lugareños del Zaire y el Kosovo
quién y por qué el futuro a muchos de suyos robo.
Hay quien probó a desafiarme
y vio mi rostro.
En el frente por temer encontrarme
todo sentido de alerta secuestro.
Vuestro fue el plan
de enviarme a Afganistán...
Fue la secuela
de haber visitado las Torres Gemelas.
Soy aquel a quien evitais conocer,
pero golpeasteis a mi puerta
y hoy tiño de rojo cada amanecer.



(EL reportero)

Entre la desolación,
mi cámara avanza entre las aceras.
Entre vísceras y fosas comunes en las afueras.
Verás que fuera de las trincheras no das valor
ni al tiempo ni al espacio;
aquí cada paso
es una sensación.
Grabé el peligro en tu nación.
Cada segundo es una Don.
Cada minuto, un alma que abandonó
el mundo sin perdón.
Sigo al son de cada pulsación... exausto.
Así redacto
con las manos manchadas de sangre
en este holocausto
entre llantos, gritos, suspiros,
tiros e impactos...
Así arrebató la vida a un soldado
otro artefacto.
Otro nombre que se mantendrá en el anonimato.
Mandarán sus pertenecias en unas cajas de zapatos.
Los altos mandos no compensarán las víctimas.
Los lloros no se pagan con oro.
Por ello exploro entre dos bandos...
Tu Patria te robó un tesoro:
parte de tu Humanidad.
Por ello no merece tu honor
cuando el horror
es la realidad.


Por Arma Blanca

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