en medio de ninguna parte,
pintando garabatos de arena.
La marea del tiempo arrastra mis penas.
La corriente del tiempo
es el torrente de sangre que hay en mis venas.
A tus ojos, el viento del cambio
me mece como a un sauce.
Violento, me saca de mi cauce.
Me saca de mi cárcel,
me pone en cartel con letras grandes,
pero soy el de antes.
No he cambiado, ¿sabes?
Quema las naves y sigue adelante.
Tómame el pulso;
late fuerte con el instinto del navegante.
Déjate llevar, será más fácil.
Te dejas llevar porque eres débil.
Dejas de luchar; serás más frágil.
Serás mi ángel,
como una segunda piel.
Serás la imagen
que se arruga entre mis hojas de papel.
Serás estrella, serás frontera.
Te seguiré hasta un horizonte
que sé alcanzaré aunque no quiera.
Pero yo no tengo prisa.
Conservo la esperanza de vivir a mi manera,
pero yo no tengo VISA.
Conservo la esperanza de romperme la camisa
de alegría/ cada día
y de que Dios no vaya a misa.
Me enseñaron a rezar
sin querer un credo.
Enséñame a contar
como tú cuentas con los dedos,
con el corazón mientras deshojo
la flor de mi existencia
hasta el día que en cierre los ojos.
Acumulo experiencia.
Sueño despierto.
Cada día me siento un poco más inexperto
que el anterior.
Aprendo a sintetizar confusión,
a comprenderme cuando no hay nadie a mi alrededor.
El tiempo marca tu vida.
Dicen que todo lo cura,
pero ¿quién le cura al tiempo las heridas
de su amargura?
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