y finales de cuentos felices,
respirar con ganas,
dormir contento
bajo las luces del cielo...?
¿Quién no busca consuelo
en un anzuelo dulce,
sin lágrimas, sin culpa...?
En un Edén marchito
no crecen hadas;
sólo hay eco,
árboles secos
de esperanza
con las raíces cortadas,
tierra estriada,
suspense esperando el momento...
Algunas veces el dolor
se tendría que quedar dentro.
Aun lo intento.
Dura fachada, débiles cimientos.
El día se termina
con una prosa sombría.
¿Ves la aurora?
¿Quién tiene razón y quién razones
delante de la balanza
que pesa los corazones?
Deja la poesía en la puerta,
espera despierta...
No hay prisa.
Ella también puede dormir en una estera.
Es patrimonio del insomnio,
no de la primavera...
Eterna búsqueda convertida en esterna espera.
No veo la luz... nadie la ve.
Nadie a la vez.
No veo al juez. Nadie lo ve.
No veo la cruz.
Veo el ajedrez,
no a quien mueve pieza.
Cuando sepa quién es
me llevaré las manos a la cabeza.
Te llevarás las manos a los bolsillos.
Siento el peso...
el golpe...
el efecto del retroceso
convertido en piedra...
Quién no lo aguanta,
aunque a veces se respira un aire
que es como ceniza en la garganta...
Cuando sube la marea,
cuando necesitas aferrarte a lo que sea,
estaré contigo
y será todo más difícil,
pero la culpa no es mía;
me provocas tú en la práctica y en la teoría.
Hoy recupero sensaciones
que había perdido.
Hoy recupero sensaciones...
Mañana volveré a perderlas.
Sí creo que existen buenas razones...
Algo se va y no vuelve;
el alma deja el nido.
Ahí estás. Ponte en mi situación:
sufro cuando te veo en un plató
cutre de televisión.
Háblame, estrella fugaz,
Luna serena,
haz que merezca la pena
seguirte la estela...
que vivo en un mundo de deudas
e ideales rotos.
Algunos buscan la foto...
Otros van a encender velas...
Ni mi voz, ni mi voto;
todo tiene un precio.
Las secuelas
pueden disimularse en un mar de canela,
donde las ideas van a la deriva
sin nadie que las escriba
y las describa...
Están heridas.
Hijas/ de mentes pasivas/ fijas.
Pasiones congeladas.
Quieres ir más allá
y, de pronto, suena el móvil.
No te dejan.
¿De qué te quejas?
El problema es que mientras más te alejas,
menos formas parte del sistema
de los demás.
¿Quién no quiere ser querido?
Muchas veces por querer que te quieran
acabas herido.
¿Tiene sentido
cuando alguien tira la piedra?
No seré yo
el que diga: "He sido yo".
Yo habré escupido, tío...
Esculpido imágenes
de barro del presente
que resistirán hasta que se las lleve la corriente...
Así ha sido siempre.
Cuando sube la marea,
cuando necesitas aferrarte a lo que sea,
estaré contigo
y será todo más difícil,
pero la culpa no es mía;
me provocas tú en la práctica y en la teoría.
Por Juaninacka
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