Cuando era pequeño me daba vértigo mirar al cielo de noche, ver la Luna sola rodeada de estrellas que estarían a miles o millones de años luz de ella. Creo que aun siento escalofríos cuando me veo forzado a mirar hacia arriba. Pero lo que sí es seguro es que, con el paso de los años, sigo sintiéndo vértigo, pero no al mirar, sino al querer ver más allá de lo que son las cosas. Aunque, más que vértigo, creo que es miedo. Sí, creo que es miedo al futuro, un miedo constante a algo tan ficticio como el futuro porque, según entiendo la vida, vivir no es más que una constante sucesión de momentos impredecibles. ¿Alguien sabe qué hará mañana?... ¿Está seguro de que será así?
A veces pensamos en qué se traducirá la vida al día siguiente, y a veces acertamos... y otras no. Es aquí donde entra la suerte. "¿Suerte en acertar?", pensaréis. Sí, quizá sea suerte en acertar o predecir el futuro. Entonces, siempre y cuando aceptéis que la suerte existe y también que en esta partida tenga sus cartas, ¿de verdad hemos de creer que el destino es algo válido y verdadero? Es decir, que todo está escrito, ¿será cierto? Os voy a contar una historia real, tan real como que le cambió la vida a todos los que me rodean, para ver qué conclusión sacáis de todo esto que intento explicar.
Mi abuelo paterno murió un miércoles de cáncer, como tanta otra gente por aquel entonces, como ahora y como mucho antes de todo esto, pero no sin antes permanecer en coma durante un tiempo que desconozco. El caso es que, como suele ocurrir casi siempre, despertó antes de morir. En el hospital en el que estaba mi abuelo Maxi (de Maximiliano) ingresado estaban mis padres, mi abuela y mi tía paterna. En la UCI sólo les permitieron pasar a hacer visita de uno en uno durante 5 minutos. Con todos hablaba de lo mismo: cómo estás, qué tal los niños... En fin, como una visita a casa que empieza con el mismo patrón que todas... menos con mi padre. Hinchas ambos del Athletic Club de Bilbao, mi abuelo hizo un comentario que mi padre pasó por alto: "Vaya con el Bilbao, ¿eh, hijo? 3-0 a la Real, jugando bien además, y a la final de Copa". Y siguieron hablando de los niños, de qué tal estaba mi abuela, mi tía... Y el pobre hombre murió, creo recordar, esa noche. Una semana después, mi padre estaba viendo el fútbol. Era miércoles y jugaban el Bilbao contra la Real en San Mamés el partido de vuelta de la semifinal de la Copa del Rey... Ganó el Bilbao 3-0. Mi padre estuvo llorando durante horas.
No sé si seguiréis pensando lo mismo sobre el tema, pero dejad de pensar sobre si mi abuelo vió un túnel con una luz al final, o sobre si se enteraba de lo que pasaba en la habitación en la que permaneció en estado comatoso (que, al parecer, así fue), y pensad si es posible que mi abuelo supiese el resultado de un partido y el tipo de encuentro que desempeñó su Athletic que, por aquel entonces, andaba como el Madrid ahora, sin haber tenido tiempo suficiente en la vida para, aun en su estado, haberlo escuchado aunque fuese por la radio... o sólo fue suerte. Sé que es una situación excepcional porque estaba inconsciente... pero la inconsciencia es lo más puro que tenemos (por eso me gusta tanto dormir, porque soy más yo que nunca)
No voy a exponer mi teoría sobre el destino, porque no la tengo, ni si creo o dejo de creer. Sólo que toda vida se acaba, y todo lo escrito acaba por quemarse.
PD: Si alguien cree que esta historia es inventada, juro por mi sangre que nunca jugaría con la memoria de mi familia. Son lo único que me quedará cuando todo se desmorone.
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