domingo, 25 de junio de 2006

Marinero de agua amarga

Llega la noche.
Me siento vacío.
Delante de la pantalla
de un ordenador que piensa
sin tenerme en cuenta.
Luces blancas
caen en la noche
sobre mi cara
con un fondo negro
de puro hastío.
Y no, no tengo
ganas de nada,
de hacer nada,
de hablar o decir nada,
porque abro la boca
y no me sale nada.
Pero no me quejaré
de que estoy solo;
solos estamos todos,
y yo soy de todos.
Solos y cobardes,
así nos defino (me defino),
y la causa es que no hay palabra
que haga justicia
o refleje realmente lo que siento.
Muere nuestro corazón
al abrir la boca.
Mueren estos versos
por el ardor de estómago
que me provocan.
Ya me he agotado.
Quizás algún día
nos encontremos en algún bar
o borrachos en el lavabo.

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