martes, 15 de noviembre de 2005

Sueños rotos (Interludio 3)

A veces sueñas demasiado,
tanto que lo real no importa.
Sientes que los días te transportan
tanto que te sientes solo,
apagado como esta ciudad maldita
que te incita a suplicarle a quienes más te quitan.
Mis lágrimas se han secado.
Pagué por mis pecados errados en el pasado
pero, mírame aquí sentado,
tan endeble y vulnerable,
callado mientras dejo que el Diablo me hable.
Me confunde.
Su voz me aturde
y me abandono.
Sólo si cierro mis ojos
veo este trono que merezco,
pero no lo tengo.
Jamás pondré mi alma en venta;
prefiero ser feliz "don nadie" a ser leyenda muerta.
Camino lento, y no tan atento,
aunque lo intento.
No me mata el odio, ni el lamento,
sólo el tiempo que me arruga
como a un papel inservible.
En mares de irreversibles males
nado yo, el impasible,
el niño sensible, el chico travieso y malo,
frágil carne y hueso moldeada al palo.
Pero vivo para contarlo y relatarlo,
y sé que es tan fácil morir
que tiemblo sólo de pensarlo.
Pero ¿qué más da?
Mejor nada que esta odisea,
y si existe un más allá,
pues bienvenido sea.
Hoy estoy borroso y el cristal no está empañado,
y es porque alguien se ha olvidado
del príncipe destronado
que usa muñecos rotos
y pinta sus sueños rotos
en un mundo roto,
quebrado por la angustia de otros.
Es la historia silenciosa que a gritos fue castigada.
Hoy miro entre mis manos, y ¿qué encuentro?
Nada...


Ignacio Fornés (Nach)
Interludio 3, "Ars Magna"

No hay comentarios: